2 de marzo de 2009

12 de diciembre (parte 1)

Hola, me llamo Atayote (Augusto Tamanaha) y a partir de ahora voy a comenzar a contar mi testimonio de cómo fue y sigue siendo mi proceso de lucha contra con el cáncer. Gracias por prestar un poco de atención a estas líneas.

Era viernes 12 de diciembre y tenía que acudir a una cita con el médico. Me levanté como de costumbre, antes de las 7 de la mañana ya estaba duchado y listo para salir a la consulta. Ingerí la medicina prescrita sólo con agua. Me iban a realizar una endoscopia.

Vivir en otro país con diferente idioma me dificultaba tener comunicación fluida con los médicos, así que el pastor Hayashi iba a apoyarme con la traducción. Estando en el tren un ataque de mareos y náuseas hizo que casi pierda el conocimiento. Nadie a mi alrededor se daba cuenta por lo que estaba pasando. Con gran esfuerzo llegué a las escaleras y subí hasta los controles de salida.

Marqué el número de teléfono del Pastor, quien se encontraba dentro de otro tren y no podía hablar. Le dije que iba camino al hospital. Había recuperado un poco el aliento y las arcadas habían cesado. Caminé despacio, intentando mantener el equilibrio y se hizo una eternidad cubrir los 10 minutos que separaban el hospital de la estación de trenes.

La cita era para las 9 de la mañana. Al llegar me encontré con el Pastor en la puerta del sanatorio. Con frases entrecortadas logré explicarle lo que me pasaba. Esperamos cerca de una hora y entramos a la consulta. El nuevo médico recomendó hacer algunos análisis previos para intentar determinar las causas de los dolores y malestares .

Luego de algunos exámenes fisícos ordenó se me aplicara suero intravenoso. Durante ese tiempo estuve algo aletargado hasta quedarme dormido. Cuando desperté el doctor Mishima, quien me estaba atendiendo, confirmó lo que había insinuado primero: internamiento. Pero ya no de dos días, sino de una semana para realizar más estudios.

Ese mismo día me pasaron por rayos x, me hicieron una resonancia mágnetica (MRI), ecografías y suero y más suero para finalmente terminar en la habitación 503 del piso 5, mi nueva morada. Después me pidieron para hacer otra ecografía y cuando estaba por terminarel proceso sentí escalofríos por todo el cuerpo, comencé a temblar y no tenía control de mi cuerpo, me bajó la presión. Me arroparon y cuando ya cedían los temblores la temperatura se disparó hasta los 40 grados. Una almohada de hielo sirvió para aliviar la calentura. No estuve conciente durante gran parte de este tiempo.

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