3 de marzo de 2009

12 de diciembre (parte 2)

Entre las 3 y la 5 de la tarde recobraba la conciencia por pequeños lapsos de tiempo. Pude ver a Murayama san y al Pastor Hayashi y escuchar algunas palabras. Siguieron con más exámenes.

Después de las 5 de la tarde me mantuve más tiempo despierto. Estaba solo en la habitación cuando la enfermera alcanzó a decirme que no podía ingerir nada de alimentos y que sólo podía beber algo de Pocari o jugos de frutas, debía comprarlo en las máquinas expendedoras que se encontraban en la sala de visitas. A duras penas conseguí levantarme de la cama y con la bolsa del suero colgada a un tubo con ruedas me dirigí hacia allá.

Es una sala pequeña con varias mesitas y sillas y con vista hacia la ciudad. En esos momentos estaban el Pastor Hayashi y Murayama san conversando con el médico. Al verme me llamaron para informarme sobre mi estado de salud.

El médico comenzó su explicación diciendo que de acuerdo a los resultados de los primeros exámenes el problema estaba en mi hígado y que en esos momentos tenía un absceso (acumulación de pus) en una parte del mismo. Para estar completamente seguros del diagnóstico necesitaban hacer otro examen con una cámara, así que tenía que esperar un día más. Sería derivado a otro médico de turno, él volvería a verme el día sábado. Me mostró una hoja donde dijo que estaba todo lo que me había informado y necesitaba que lo firmase, después que lo hice él se marchó.

Murayama san y el Pastor Hayashi se quedaron un poco más conmigo. Conversamos sobre lo que había pasado, mi estado. El Pastor dijo que había llamado a Dante y a Mónica y que en cualquier momento llegarían; Murayama san dijo que ya había llamado a Sakurai para pedirle que me trajera todo lo necesario, desde suripas, pijamas, útiles de aseo, ropa interior y todo lo que me hiciera falta.

Cuando Murayama san se estaba despidiendo llegaron Dante y Mónica y nos quedamos conversando los tres . Un poco más tarde llegó Sakurai con tres bolsas de compras y me las entregó. Eran tantas cosas que no sabía donde guardarlas. El ropero que me correspondía era muy pequeño. Un paciente protestó porque hacíamos bulla (según él) o sería porque no entendía el español, el caso es que estaba de malhumor y a sugerencia de Mónica nos fuimos a la sala del mirador (sala de visita con vista a la ciudad desde el 5to. piso) para seguir conversando y ella se quedaría para arreglar las cosas, que lo hizo maravillosamente.

Mientras estábamos en el salón apareció César y la charla se hizo más amena. A las 8 pm dieron la orden del retiro de las visitas y poco a poco se fueron. Me quedé solo otra vez y empecé a recordar todo lo que había pasado. Dormitando un poco me desperté como a las 3 de la mañana y me puse a escribir. A las 5 vino la enfermera y me preguntó por qué no dormía y le respondí que simplemente no tenía sueño. Pero de todas maneras me acosté y logré dormir un poco.

2 de marzo de 2009

12 de diciembre (parte 1)

Hola, me llamo Atayote (Augusto Tamanaha) y a partir de ahora voy a comenzar a contar mi testimonio de cómo fue y sigue siendo mi proceso de lucha contra con el cáncer. Gracias por prestar un poco de atención a estas líneas.

Era viernes 12 de diciembre y tenía que acudir a una cita con el médico. Me levanté como de costumbre, antes de las 7 de la mañana ya estaba duchado y listo para salir a la consulta. Ingerí la medicina prescrita sólo con agua. Me iban a realizar una endoscopia.

Vivir en otro país con diferente idioma me dificultaba tener comunicación fluida con los médicos, así que el pastor Hayashi iba a apoyarme con la traducción. Estando en el tren un ataque de mareos y náuseas hizo que casi pierda el conocimiento. Nadie a mi alrededor se daba cuenta por lo que estaba pasando. Con gran esfuerzo llegué a las escaleras y subí hasta los controles de salida.

Marqué el número de teléfono del Pastor, quien se encontraba dentro de otro tren y no podía hablar. Le dije que iba camino al hospital. Había recuperado un poco el aliento y las arcadas habían cesado. Caminé despacio, intentando mantener el equilibrio y se hizo una eternidad cubrir los 10 minutos que separaban el hospital de la estación de trenes.

La cita era para las 9 de la mañana. Al llegar me encontré con el Pastor en la puerta del sanatorio. Con frases entrecortadas logré explicarle lo que me pasaba. Esperamos cerca de una hora y entramos a la consulta. El nuevo médico recomendó hacer algunos análisis previos para intentar determinar las causas de los dolores y malestares .

Luego de algunos exámenes fisícos ordenó se me aplicara suero intravenoso. Durante ese tiempo estuve algo aletargado hasta quedarme dormido. Cuando desperté el doctor Mishima, quien me estaba atendiendo, confirmó lo que había insinuado primero: internamiento. Pero ya no de dos días, sino de una semana para realizar más estudios.

Ese mismo día me pasaron por rayos x, me hicieron una resonancia mágnetica (MRI), ecografías y suero y más suero para finalmente terminar en la habitación 503 del piso 5, mi nueva morada. Después me pidieron para hacer otra ecografía y cuando estaba por terminarel proceso sentí escalofríos por todo el cuerpo, comencé a temblar y no tenía control de mi cuerpo, me bajó la presión. Me arroparon y cuando ya cedían los temblores la temperatura se disparó hasta los 40 grados. Una almohada de hielo sirvió para aliviar la calentura. No estuve conciente durante gran parte de este tiempo.

1 de marzo de 2009

Yo confieso

Una mirada intimista, personal. El día a día con los temores, las angustias, las alegrías, la familia, los amigos. Solidaridad, indiferencia.

Un enemigo en común: el cáncer.

El tratamiento, la quimioterapia, la intervención quirúrgica. Después de ello, la vida ya no será igual.

Yo confieso, tal y como ocurrió.